La valentía con que el cacique Lempira defendió a su tierra en contra del conquistador español en 1537, es un referente en la historia de Honduras que la escritora hondureña, Marta Susana Prieto, relata en su primera novela histórica,“Memoria de las sombras” (2005).
Lempira fue un guerrero comisionado por el señor Etempica para organizar la resistencia contra la penetración de los conquistadores españoles en 1537. Ante la amenaza, se unieron los diferentes pueblos lencas y deponiendo sus continuas querellas, hicieron frente al enemigo común, logrando reunir un grupo indeterminado de combatientes, que algunos textos mencionan en número de 30,000, pero que, según algunos historiadores, es un número irreal.
Sin embargo, al momento existían cerca de 200 pueblos lencas registrados, cuya unión pudo haber reunido un considerable número de guerreros. Producto de las alianzas entre los pueblos, la paz se logró gracias a una práctica ancestral llamada el “Guancasco”, un ritual cuya reminiscencia aún existe entre los pueblos lencas a manera de visitas entre sus santos patrones, en medio de las acostumbradas ferias de pueblos. Aunque el escenario de lucha fue amplio, el combate final se realizó en 1537 en el Cerro del Cerquín, donde cayó abatido Lempira, después de seis meses de lucha, según los textos históricos.
Producto de una quimera personal de la autora en su afán de investigar si la existencia de Lempira es un mito o una realidad, hizo un amplio recorrido por el territorio lenca, que abarca los departamentos de Lempira e Intibucá utilizando el medio que fuera necesario: en vehículo de doble tracción, a lomo de mula o a pie, para llegar hasta los lugares más recónditos y de difícil acceso, para examinar las posibilidades y relaciones entre lo mítico y lo histórico.
Un recorrido que la llevó a escalar el Cerro del Cerquín para obtener de primera mano la visión física del terreno de los hechos e investigaciones de campo a base de testimonios de los habitantes del territorio, quienes mantienen latente en sus memorias el mito de la existencia de Lempira, transmitidas entre generaciones.
La búsqueda histórica la realizó en el Archivo de Indias, en la Biblioteca Nacional y de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, entre otros, echando mano de los textos existentes. Si bien la novela histórica es una ficción, pues los personajes son creación de la autora, a excepción del propio Lempira, quien aparece no como principal protagonista, sino como trasfondo del relato, es una manera poética de dar vida a un hecho real. La novela permite recrear el hecho en forma amena por medio de personajes que hacen más vívida la historia,.
Siendo la existencia de Lempira un hecho histórico, el recorrido y los testimonios recogidos por la autora alimentaron su imaginación para recrear el hecho en un un texto rico en figuras, moralejas y tradiciones lencas, muchas de ellas aún vivas, relatadas en un lenguaje ameno, del cual hizo mención el Jurado de “Casa de las Américas” de Cuba y una distinción especial.
Aunque en 1537 no prevalecían las fronteras entre países que existen en la actualidad y Honduras era apenas una provincia propiedad del reino español, Lempira es un personaje hondureño, quien mostrando inmenso sentido de identidad hacia su territorio y pertenencia hacia sus congéneres, no vaciló en ofrendar su vida en defensa de su sistema de vida, de sus familias y sus creencias. Unió a los pueblos entre quienes existía afinidades, al compartir tradiciones y cultura, la de los pueblos lencas, para la defensa de sus tierras y su libertad en contra de la opresión de un conquistador que venía apropiándose del territorio y sojuzgando a sus habitantes con la terrible esclavitud y trabajo forzado.
En esa forma Lempira es un paradigma de la identidad hondureña y un ejemplo de dignidad nacional que fortalece nuestro sentido de nación.
