La simbólica novela es casi una experiencia confesional, una disertación sobre los valores y principios, lo ético y lo cotidiano de la vida. Escrita en clave, casi críptica, utiliza analógicamente la figura de los “silencios” en la música. El silencio, en una partitura, es una pausa, una nota que no se ejecuta, con el mismo valor de la nota que modifica.
Por ejemplo en el Adagietto de Mahler, los silencios se vuelven casi tan importantes como las notas mismas. Cada silencio viene a ser una especie de suspiro, un tomar aire antes de continuar, cargando de dramatismo las notas subsiguientes.
El personaje de Melodía de Silencios, Juanita, por sus limitaciones físicas, viene a ser un “silencio” de la vida, cuya muda presencia, en su cúmulo de faltas físicas, contiene más carga emocional y una mayor fuerza que la comparecencia física de cualquier ser.